miércoles, 10 de junio de 2020

ESTAMOS CONSTRUYENDO UNOS RECUERDOS SIN MEMORIA

ESTAMOS CONSTRUYENDO UNOS RECUERDOS SIN MEMORIA

 

Cada día que pasa, son menos los sonidos naturales que los seres humanos escuchamos,

acostumbrándonos resignados a captar el molesto ruido de los motores y las maquinas,

al mismo tiempo que respiramos, con naturalidad, un aire viciado y toxico, qué,

aunque daña nuestros pulmones, aceptamos convencidos que lo hacemos por un progreso que nos incluirá,

sometiéndonos por ello a las ilusiones de unos ideales ajenos, que, como individuos,

nunca tomamos ninguna decisión sobre ellos, y que luego nuestros hijos sufrirán,

de peor manera, las consecuencias que incipientemente hoy ya todos padecemos.

 

Son pocos los pájaros que se ven, y que se oyen, a través de unas paredes que ocultan un cielo gris,

matizado por escazas nubes, que se forman con la tenue respiración de los contados árboles,

de por sí, deformados por los cables, y el cemento, que impone el estilo de vida

escogido por los seres humanos, auspiciando con él la aparición de otros tipos de organismos,

por lo general invisibles a los enrojecidos ojos de los científicos,

que los miran recelosos detrás de las lentes de sus especializados microscopios,

intentando convencerse que son juguetes, aunque hagan un daño letal que suponen ignorar.

 

Por eso, y mucho más, en el reloj biológico, la humanidad tiene su tiempo contado,

aunque el espacio de la Tierra no vaya a desaparecer,

ya que la materia de su carne se transformará en el polvo que el viento levantará

ante los choques de calor que se expandirán sobre su suelo,

borrando las evidencias de unas señales que con tanto esmero elaboró,

creyendo levantar con ellas un recuerdo que desgraciadamente no posee memoria.

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