LA HUMANIDAD Y EL TIEMPO
Por más que sea imposible
detener al tiempo,
éste tiene maneras particulares
de congelarse en la memoria de la gente,
paralizando de golpe los
destinos retorcidos de una humanidad indiferente,
donde sus recuerdos se
vuelven ajenos a sus finales.
Tras cada amanecer, su
cronometro va descomponiéndose
en los segundos que se
creían primeros,
tercerizando con ellos a
unas sociedades, completas y complejas,
sometidas, todas ellas, a
los empeños de unos pocos,
quienes las han ido transformando
en herramientas
de un trabajo inane pero
permanente,
donde después se pierden las
vidas en los esfuerzos de todos aquellos
que luego desisten de
enfrentarse ante ese embate.
El tiempo mantiene el compás
de su ritmo inalterable,
sólo en la mente de unos locos
se pueden hacer más largos los segundos,
y acumularlos en periodos,
o en eras, logrando que algunos duren años,
mientras otras perduran
por siglos,
pegando sobre sí los
ladrillos que sostienen enormes edificios vacíos,
en los que han encerrado
los saberes perdidos y los olvidos adquiridos,
deseando después, la
humanidad, leer sobre esos recuerdos refundidos.
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