martes, 8 de octubre de 2019

LA INGENUA ESPERANZA EN UN PAÍS SIN FUTURO


LA INGENUA ESPERANZA EN UN PAÍS SIN FUTURO

El que una buena parte de la sociedad colombiana, sobre todo la llamada clase alta, que de alta solo ha tenido, y tiene, los altos niveles de odio y de violencia contra todas las demás clases sociales; y las emergentes a partir de negocios ilícitos, como son los narcotraficantes, los contrabandistas, los paramilitares, los ganaderos y agricultores expropiadores de tierras, además de algunos movimientos religiosos, que para desgracia de todos los demás colombianos, fueron, y son, objetivo central de un ataque directo y sistemático de otro grupo de bandidos, quienes amparados en una errónea interpretación de la política y de las luchas de clases, se definían a sí mismos como los luchadores de la libertad, y de la defensa social, del resto de habitantes de Colombia, cuando en el fondo actuaban, y han actuado, igual que quienes atacaban, o sea que también eran y son unos delincuentes; le hayan dado, y le sigan dando, un irrestricto apoyo  a un líder político tan cuestionable y cuestionado como lo es Álvaro Uribe, solo demuestra el rabo de paja que tienen todos ellos, como los verdaderos financiadores de los grupos violentos e ilegales sobre este acosado país, con los que supuestamente solo se intentaban defender, y con los que según ellos, alcanzaron a arrebatar y normalizar a una nación en manos de las guerrillas y del comunismo internacional.

Para nada actúan, y se han sentido, como los responsables directos de los demonios que salieron de esa caja de Pandora, que abrieron sobre Colombia, al crear y patrocinar unos ejércitos privados de sicarios y matones, con la excusa de haberlo hecho porque las autoridades legales no los podían defender de esos ataques continuos de los violentos, cuando al mismo tiempo se han creído ellos ser precisamente los más claros defensores de la legalidad y de la institucionalidad del Estado, a pesar de estar más que comprobado, hasta la saciedad, que han sido ellos mismos los que han venido estando desintitucionalizándolo, y los que lo tienen totalmente descuadernado y cooptado a través de unos partidos políticos que actúan más como mafias y clanes, con los que al mismo tiempo han venido expandiendo una corrupción y violencia desaforada y desbordada, produciendo y provocando con ellas un circulo viciosos, sometida a la reacción de esos inaceptables grupos violentos, que los rechazan y los atacan, sin contar ninguno de ellos con el respaldo y la aquiescencia del resto de una ciudadanía ensanduchada entre ésas acciones y reacciones, y hasta el día de hoy incapaz de quitárselos de encima.
El juego con la moral, la tranquilidad, la seguridad y la ética, que han venido realizando, y jugando, todos estos grupos políticos y sociales en Colombia debe terminar urgentemente; y la ingenua esperanza es qué, el juicio que se inicia en contra del expresidente Uribe, ante una rama de justicia caracterizada por la impunidad y la iniquidad, sea el comienzo de un real cambio de esas malas costumbres, para ver si así el mañana de todos, en este sufrido y abusado país, en la realidad del día a día, tiene algún mejor futuro.
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