viernes, 11 de agosto de 2017

ALGUNAS PREGUNTAS DE PERO GRULLO, PARA QUE EL DÍA DE SAN BLANDO ALGUIEN LAS RESPONDA

ALGUNAS PREGUNTAS DE PERO GRULLO, PARA QUE EL DÍA DE SAN BLANDO ALGUIEN LAS RESPONDA

Después de vivir con tantas dudas, durante tantos años; y con esas miles de dudas, que cada día que pasa más se empiezan a aclarar, que desgraciadamente fueron maquilladas, aceptadas y aguantadas por todos, durante tantos años, aun siendo que todos sabíamos que éstas se generaban a partir de todas las evidencias ignoradas, pero que ahora, teniendo la seguridad que tenemos, sobre la corrupción galopante en todas las esferas de este gobierno en turno, y de todos los anteriores también, y con casi todas las dependencias del Estado en sus manos; sería muy bueno, ideal y pertinente preguntarle a toda la sociedad, que hacer ahora.

Si por ejemplo, debemos conservar la presunción de legalidad sobre la situación de ilegalidad en la infinidad de contratos que a diario se firman y se concretan en Colombia, además cuestionar si aquellos que se negociaron, y que se siguen negociando, con evidentes vicios de corrupción, merecen ser amparados por la buena fe de todo un país, que con los impuestos los debemos seguir pagando por muchos años, y que, con ese manejo irregular, han terminado convirtiéndose en las altas cargas impositivas que hoy tenemos, las que podrían por lo tanto ser menores, cuando estamos seguros que nos los han estado imponiendo a partir de tantas trampas y engaños.
Por eso las preguntas, que parecen ingenuas, son para el país de los indiferentes y de los indolentes, ¿seremos capaces, en Colombia, algún día, de levantar el velo de la impunidad, con el que se viene amparando a tanto bandido, y descubrir y reprimir el nivel de corrupción que nos está carcomiendo?

¿Hasta cuando seguiremos permitiendo que los actuales personajes, cuestionados por su falta total de moral y de ética pública, usufructuando ingresos altísimos, que ellos mismos consideran bajísimos, y que el resto consideramos abusivos, sigan siendo los mismos que nos impongan, a los demás que además no tenemos sus mismos niveles de ingreso, los criterios y los impuestos que debemos asumir, cuando al mismo tiempo estamos viendo como, al frente de nuestros ojos, nos están robando descaradamente?

¿Dónde está la sindéresis de toda la Nación, para que a partir de unas votaciones que se denominan democráticas, elijamos, una y otra vez, a los mismos bandidos que nos roban y nos engañan?

Reconociendo que promover una revolución de violencia, para acabar con tanta indecencia, sería una locura de inconsciencia, igualmente es de una estúpida inocencia creer que estos bandidos, sin condenas a cuestas, vayan a cambiar, ya sea por una generación espontánea en ellos, de bondad y de decencia, o porque creamos que la historia tiene para ellos un rubro especial, que los condena y con el tiempo los hace cambiar.                                     

¡No podemos ser más giles!

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