LA
SEGUNDA VUELTA ELECTORAL EN COLOMBIA ES EL PRIMER INTENTO DEL PROGRESISMO PARA
LLEGAR AL PODER
Cuando en unas elecciones cruciales para la vida y el
progreso de una nación, de 39 millones de votantes solo lo hacen 22, se hace fundamental
y necesario encontrar cuales pueden ser los motivos y razones que esgrimen los
17 restantes que se abstienen, porque con su no participación en la toma de las
decisiones políticas, están dejando en evidencia que la supuesta democracia
tiene unas fallas sociales enormes, para que por culpa de ellas no se logre atraer
a casi la mitad de la población de un país que se ha caracterizado por la
corrupción, la injusticia y la inequidad, sin que los dirigentes que se ofrecen
a gobernar sepan captar la atención y la confianza de esos muchos ciudadanos,
hastiados de unos comportamientos normalizados y arraigados entre unas clases
dirigentes incapaces de convencer a esa masa gigantesca de votantes.
Vemos entonces que estamos frente a unos comportamientos
extraños y hasta disruptivos de parte de unas sociedades, que, al tomarlos y transformarlos
en decisiones de vida, se están yendo en contra de su propia realidad, porque toman
decisiones absurdas y sin sustento racional en momentos claves de su historia,
cayendo en el juego de dirigentes y movimientos políticos irresponsables, quienes,
en favor de sus beneficios personales, saben como enardecer a un pueblo
ignorante de los caminos que toman, al dejarse conducir por las pasiones y por emociones
provenientes desde los intestinos, para significar que son muy poco racionales.
Hoy Colombia se está viendo abocada a una segunda
vuelta electoral entre dos candidatos diametralmente opuestos, uno, Gustavo
Petro, quien se postula como representante de las ideas socialdemócratas y
liberales pero que el establecimiento y las clases dominantes de derecha se han
encargado de señalar de comunista y guerrillero, contra el otro, Rodolfo Hernández,
un personaje con maneras de comportamientos alejados de los moldes normales
dentro de los parámetros éticos, al tener reacciones violentas e inmorales, de expresiones fascistas e irracionales, misógino e indecente
pero al que una gran parte de la población ve con buenos ojos viendo en ellas
autoridad, inteligencia y moderación, además de encontrarse en total
disposición de recibir en su campaña a los seguidores incondicionales del
candidato del uribismo y del gobierno actual, representando a la derecha, como también
a los de los movimientos religiosos y conservadores, que si se pueden endosar
en su campaña sumarían casi 12 millones de votos, en contraprestación de los
8,5 de votos que alcanzó el candidato progresista, considerando poder añadir en
esa suma los 600 mil votos en blanco y nulos, como igual los 800 mil del
candidato de centro, una posición política que aglutina a personas no
extremistas, ante lo cual pareciera que la única opción que le queda al
candidato Petro es atraer a una buena parte de esos 17 de millones de
ciudadanos indiferentes y apáticos con su propia realidad. ¿De aquí al 19 de
junio a cuántos de ellos podrá atraer? He allí el dilema.
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