SOMOS LOS DIODOS DE UN MAL ENTENDIMIENTO
La presencia del ser humano es en esencia la
protesta social,
sin embargo, nos hemos acostumbrado a vomitar, de
manera personal,
sobre los demás, nuestras penas y problemas individuales,
como una forma de reclamar ante las inacciones
generales.
De aquí parte un principio de una ley que es de
origen universal,
la cual simplemente se basa en una premisa natural,
de la cual se aferra un dictado de una norma que
deforma toda ley,
sentenciando que entre más aumenta la población
humana,
o la de cualquier otra especie,
más se incrementan las propuestas de exigirle a los
demás
lo que cada quien no consigue con su esfuerzo
individual,
transformando a la justicia universal en un juguete
de la personal.
Así es como hoy tenemos a personas jugando a ser los
jueces de los otros,
incluso a creerse dioses, o más modestamente delegados
o mesías,
inculcando leyes desgraciadas para todos, siendo
impuestas como diodos,
contra la memoria de un proceso evolutivo, el cual
indica como es todo,
que, aunque lo entendamos y sepamos, no acatamos ni
aplicamos,
dejando en manos de la suerte la sentencia de una
muerte anunciada,
que termina siendo simplemente despreciada,
sobre todo, por aquellos que se creen descendientes
directos de los dioses,
los mismos que ellos mismos se inventaron para
violar la ley universal.
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