VIVIENDO EN LA ANTESALA DE
UN INFIERNO
Somos un país único, inigualable
e irrepetible,
compuesto por sociedades
primarias de orígenes rurales,
donde cada familia tiene
que funcionar como un clan,
lo cual implica,
necesariamente, que todos los miembros
debemos estar lo más confundidos
posible,
rodeando al líder, por más
desorientado y errado que esté
sea un jefe, un capo, un papa,
un papá o un mesías,
en cuanto solo éste es quien
puede disponer de los recursos que se obtienen,
igualmente, de los
objetivos que se persiguen, así sea entre todos,
hasta de los motivos más
insignificantes que debemos aprender a consentir.
En mi país funcionamos
bajo los parámetros de las pandillas,
aunque sean estos los sistemas
más primitivos para conformar una compañía,
actuando, cada quien, como
células en choque permanente, enardecidas,
desempeñando y cumpliendo
una especifica función,
reuniéndonos en círculos
viciosos, como órganos individuales,
pero que deben estar bien separados,
porque están enfermos y descontrolados,
provocando graves consecuencias,
generando tumores dentro de
los cuerpos de las sociedades que habitamos,
pues es la única manera de
confrontar un alto grado de descomposición familiar,
dentro de un ambiente donde
la autoridad no se cuestiona,
se impone con tremenda violencia,
y las pandillas ajenas al
clan se tienen que enfrentar a muerte.
Con el tiempo, corriendo
sin control, a duras penas nos contenemos,
parecemos pequeños peces nadando
contentos
en el agua de un río fatalmente
contaminado,
el cual desagua hacia un
mar lleno de hambrientos tiburones,
enfermos éstos de
alimentarse con dilemas que no encuentran solución,
donde nadie se puede
arriesgar a represar ni a canalizar a ese río,
porque se le viene encima una
avalancha, cultural y de problemas personales,
desde unos padres que
castigan violentamente a los hijos, porque es costumbre,
donde los tíos violan a las
sobrinas, porque es la normalidad,
presenciando hermanos que se
asesinan entre sí, porque no es nada raro,
topándonos con amigos que desconfían
entre ellos, ya que es cotidiano,
teniendo vecinos que a
diario engañan a los otros vecinos,
hallando alcaldes que cooptan
los cargos públicos aplicando nepotismo,
con presidentes que llegan
exclusivamente a robarse el erario,
hasta encontrarnos a un
congreso que funciona como la cueva de Rolando.
En este terrible ambiente,
terminamos siendo seres indiferentes a todo,
podemos presenciar desde una
muerte violenta hasta la más natural,
podemos ver el irrespeto a
un niño como al ser más viejo, sin conmovernos,
hemos aprendido a aceptar
todo tipo de injusticias e inequidades sociales,
pero eso sí, internamente,
en este país, las familias se conservan y se respetan,
tal cual son.
______________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario