viernes, 5 de febrero de 2021

VIVIENDO EN LA ANTESALA DE UN INFIERNO

 

VIVIENDO EN LA ANTESALA DE UN INFIERNO

 

Somos un país único, inigualable e irrepetible,

compuesto por sociedades primarias de orígenes rurales,

donde cada familia tiene que funcionar como un clan,

lo cual implica, necesariamente, que todos los miembros

debemos estar lo más confundidos posible,

rodeando al líder, por más desorientado y errado que esté

sea un jefe, un capo, un papa, un papá o un mesías,

en cuanto solo éste es quien puede disponer de los recursos que se obtienen,

igualmente, de los objetivos que se persiguen, así sea entre todos,

hasta de los motivos más insignificantes que debemos aprender a consentir.

 

En mi país funcionamos bajo los parámetros de las pandillas,

aunque sean estos los sistemas más primitivos para conformar una compañía,

actuando, cada quien, como células en choque permanente, enardecidas,

desempeñando y cumpliendo una especifica función,

reuniéndonos en círculos viciosos, como órganos individuales,

pero que deben estar bien separados,

porque están enfermos y descontrolados, provocando graves consecuencias,

generando tumores dentro de los cuerpos de las sociedades que habitamos,

pues es la única manera de confrontar un alto grado de descomposición familiar,

dentro de un ambiente donde la autoridad no se cuestiona,

se impone con tremenda violencia,

y las pandillas ajenas al clan se tienen que enfrentar a muerte.

 

Con el tiempo, corriendo sin control, a duras penas nos contenemos,

parecemos pequeños peces nadando contentos

en el agua de un río fatalmente contaminado,

el cual desagua hacia un mar lleno de hambrientos tiburones,

enfermos éstos de alimentarse con dilemas que no encuentran solución,

donde nadie se puede arriesgar a represar ni a canalizar a ese río,

porque se le viene encima una avalancha, cultural y de problemas personales,

desde unos padres que castigan violentamente a los hijos, porque es costumbre,

donde los tíos violan a las sobrinas, porque es la normalidad,

presenciando hermanos que se asesinan entre sí, porque no es nada raro,

topándonos con amigos que desconfían entre ellos, ya que es cotidiano,

teniendo vecinos que a diario engañan a los otros vecinos,

hallando alcaldes que cooptan los cargos públicos aplicando nepotismo,

con presidentes que llegan exclusivamente a robarse el erario,

hasta encontrarnos a un congreso que funciona como la cueva de Rolando.

 

En este terrible ambiente, terminamos siendo seres indiferentes a todo,

podemos presenciar desde una muerte violenta hasta la más natural,

podemos ver el irrespeto a un niño como al ser más viejo, sin conmovernos,

hemos aprendido a aceptar todo tipo de injusticias e inequidades sociales,

pero eso sí, internamente, en este país, las familias se conservan y se respetan,

tal cual son.

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