ESTAMOS EN UN PAÍS QUE SE ENFRENTA A
UNA CRUENTA ENCRUCIJADA SOCIAL
En la medida que corre el
tiempo, Colombia, por más que parezca crecer y desarrollarse, se está
encontrando cada vez más desbarajustada, presionada y desbaratada socialmente cómo
nunca antes, pues se encuentra atrapada en manos de unos cretinos políticos, y
a la par, de unos desvergonzados sociales, quienes vienen creyendo que la mejor
solución es, ante nuestra dura situación económica y social, y como una sociedad
en permanente evolución, cargar todo el peso de la responsabilidad financiera,
para que con ella como Estado progresemos, sobre los hombros de los que menos
tienen; el presupuesto del próximo año por $314 billones, aprobado a partir de leyes
y decretos por los que vienen institucionalizando procedimientos de pagos y cobros
de impuestos directos, y a la vez de un sinnúmero de cargas impositivas
indirectas, implica que cada habitante colombiano deba responder por $ 2.5
millones, dejando mientras tanto a un lado, y de cierta manera tranquilos, a
quienes tienen cómo y con qué, y a los que han sido los directos responsables
del porqué de nuestra preocupante situación, o sea a los más afortunados y pudientes.
Quienes están tomando
estas medidas tienen en el fondo de sus convicciones la certeza que si aquí
explota el polvorín social tiene todos los medios económicos para abandonar el
barco a la deriva, e irse de inmediato a vivir a otra parte, dejándonos a los
demás en medio del caos que han provocado, haciéndonos asumir las deudas y las
responsabilidades contraídas por aquellos con los irresponsables prestamistas
financieros internacionales, pues, aunque parezcan fuertes los términos con los
que los califico, esas instituciones financieras son conscientes de las
incongruencias de nuestros dirigentes, y a la vez conocen la indecencia de sus
actuaciones, al saber que estos se han estado apropiando ilegalmente de esos
recursos que pertenecen al erario del Estado, sin embargo avalan estos
procedimientos inmorales.
Estamos al frente de unos
escenarios, que, aunque hayan sido recurrentes entre nuestra clase dirigente,
tiene visos de una calamidad pública, domestica, económica y social, ya que
están conduciendo a toda una Nación a responder ante compromisos indeseados e
indeseables, que obligatoriamente traerán consecuencias terribles ya que esas
instituciones financieras internacionales, amparadas en tribunales de arbitramentos
parcializados, no acostumbran condonar prestamos ni deudas mal habidas, muy por
el contrario, exigen siempre la devolución total de éstas con intereses
leoninos, empobreciendo mucho más a los países que los han contraído, como el
nuestro, de por sí empobrecido después de estar por mucho tiempo sometido al
abuso, y a una descarada explotación, de los recursos naturales y humanos, por unas
clases dirigentes irresponsables que hasta el día de hoy se han creído los
dueños del poder y del país.
¿Cómo lograr encontrar,
ante esta situación, una solución que no traiga implícita una cruenta
revolución social?
¿Es que acaso existe otro
camino diferente para poder enderezar un destino que lleva largo tiempo de
abusos, y signado por una violencia institucionalizada, por quienes se creen
que tienen otro destino asegurado con los recursos que se han estado apropiando?
Colombia es un país que
tiene, desgraciadamente, una sociedad indiferente e ignorante, que va a tener
que, en un momento dado, asumir una dura realidad, que traerá más sangre, sudor
y lagrimas que las que hasta hoy a derramado, para encontrar el rumbo de un
bienestar general.
¿Será que estoy exagerando
al exhibir una visión demasiado personal ante un callejón que me parece sin
salida?
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