LA
IMPONENCIA DE LA IMPOTENCIA
Impotentes ante sus propios destinos, desde la niñez,
muchos jóvenes,
con su pobreza a cuesta, miran la imponencia de
quienes se exhiben ante ellos
con todo lo que a ellos les hace falta,
lujo con lujuria, bienes con riqueza, alegría con
sexualidad y una falsa felicidad.
Encandilados ante semejante espejismo, son fácilmente atraídos
y engañados,
deseando poseer todo lo que aquellos seres tienen,
sin querer saber ni conocer si aquello que ven brinda el
placer de ser felices,
y se prestan fácilmente a caer en las garras del delirio
y del delito,
ansiando sentir emociones fuertes y tener todo tipo de
cosas a tutiplén,
sin considerar sí tienen que entregar sus pocos sueños,
y hasta la propia vida,
o las pocas o muchas virtudes que se esconden en su
misma pequeñez.
Luego, ya estando enfermos de avaricia, pierden toda
noción de decencia y control,
entregándose al desenfreno por buscar sin límites
tener, lo que sea, así sea con usura,
pues el modelo de vida que han recibido, y aprendido a
vivir,
es la locura de un mundo dominado por el placer de
sentir y tener,
aunque sea a costa del destino de la vida en general,
y del planeta que la cobija.
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