viernes, 8 de noviembre de 2019

LA HORMA, LA NORMA Y LA FORMA DE UNA INCONSECUENCIA


LA HORMA, LA NORMA Y LA FORMA DE UNA INCONSECUENCIA

Los árboles moribundos están ensombreciendo al mundo,
que mudo y resignado acepta esta dura y cruda realidad;
aunque sin movimientos, éstos se mantienen erguidos y orgullosos,
aun comprendiendo los motivos y las causas de su muerte cercana,
pero, aun así, necesitan enseñarle a la torpe humanidad
los próximos efectos de su ausencia acelerada.

Lentamente el aire se ha ido enrareciendo,
y el oxígeno que ellos han dejado de producir
se transforma en un potaje toxico y peligroso,
muy difícil de oler y de aspirar, pero que todos los animales,
sobre el planeta silencioso, se han ido acostumbrando poco a poco a él,
a respirarlo en el fin de un ciclo, que se les impregna a todos en la piel,
sin poder hacer conciencia de estar viviendo cerca del final.

Aunque el ser humano es el único culpable, no siente culpas por sus actos,
aunque el ser humano es el único que puede cambiar esta tendencia,
no encuentra la horma, la norma ni la forma de modificar su inconsecuencia,
aunque sepa que la solución está en sus manos, sembrando semillas de antemano.
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