CARNE DE CAÑÓN Y MIERDA DE UN PATRÓN
Resuenan gritos de guerra
en los oídos de quienes vivimos con pena,
y las palabras certeras se
nos atragantan en nuestras gargantas,
pues imaginamos combates
en unas batallas que de antemano ya están perdidas,
de donde debemos recoger
los cuerpos partidos de los compañeros perdidos en ellas.
Son señales muy contradictorias
ante mensajes sumamente claros,
o toda la humanidad se une
en sociedades fuertes,
para servir y hacer de
contrapeso a ese poder que se impone sin esfuerzo,
o los individuos
simplemente nos transformamos en la carne de los cañones
que utilizan para sus
armas los que se creen ser los dueños de este mundo,
quienes después, desde sus
fortalezas nos divisan, a todos los seres humanos,
como si fuéramos el caño
por donde pueden expulsar sus excrementos,
así nos sintamos todos
hastiados de vernos atollados con su mierda.
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