LA FUNCIÓN DE UN DIOS
Mirando a un punto imaginario, en el espacio, donde creía
estaba su dios,
un hombre, angustiado y derrotado, arrodillado en el suelo,
rezaba una oración, creyendo que así lo escucharían en el cielo.
un hombre, angustiado y derrotado, arrodillado en el suelo,
rezaba una oración, creyendo que así lo escucharían en el cielo.
Con sus brazos en cruz, se imaginaba el sufrimiento que padeció en su momento aquel a quien llaman Jesús,
esperando que éste lo pudiera comprender mejor,
a lo que le imploraba, aún sin esperanza,
por un instante de felicidad.
Pensando que vivía perdido, y anhelando acabar con tal suplicio,
al final, todo lo que intentaba encontrar era una mínima señal,
que le dijera que habría una oportunidad para empezar de nuevo.
Fue así, qué, decidido a concluir con su pasión, aún llorando,
se levantó de donde estaba, y en un último intento por hacerse escuchar, clamó con un grito desgarrador consuelo,
cuando ya se nublaba el sol y se oscurecía el cielo,
esperanzado, que, con él, lo tuviera en cuenta,
por fin el mismo dios de sus ancestros.
Pero no fue él quien lo terminó escuchando, fueron sus vecinos,
quienes molestos llamaron a la policía, por lo que veían y escuchaban,
los que lo terminaron arrestaron por violación al espacio público,
también por importunar a las personas y por hacer ese molesto ruido.
Mientras lo llevaban en el carro de patrulla,
dicen que blasfemaba en contra de sí mismo,
a la vez que murmuraba por su mala suerte,
pero también dicen que un policía le recordaba,
mencionando un axioma popular,
que dios solo colabora cuando uno mismo se ayuda.
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