ES
HORA DE ESCOGER OTROS CAMINOS PARA TENER UN SOLO DESTINO
Plantear que las visiones apocalípticas, sobre el mundo y
la vida en general, siempre han existido y que por eso la vida en la Tierra
nunca se va a acabar, es igual de irresponsable que decir que todo en el
planeta está muy bien y que por eso el estado de las cosas se debe mantener.
“Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”,
decía mi papá, haciendo referencia a un viejo dicho popular sobre dónde y cómo
debía quedar la vela del icono, insinuándose en ello que en todo debe haber un
equilibrio.
Es así qué, como una posible teoría, de las muchas que
tiene la historia, se puede aceptar que desde siempre hayan existido grandes diferencias
entre los humanos, de toda índole, ya sean estas económicas, sociales, culturales, físicas, geográficas,
etcétera.
Y qué desde el inicio de la humanidad ha habido hombres ricos
y pobres, reyes y siervos, opresores y oprimidos, educados e ignorantes; pero
igualmente se tiene que aceptar que como nunca antes, hoy se está acumulando la
riqueza del mundo en muy pocas manos y con muy diferentes objetivos, con lo que
se está poniendo en riesgo, no solo al planeta entero si no a la existencia de
la vida en general.
Por eso, permanecer como individuos indolentes, manteniendo
esta situación, es un pésimo negocio para todo el mundo, porque es aceptar que
el futuro de la humanidad ya tiene escogidos, y que nuestros hijos, como los de
las mayorías, solo vendrán a la vida para ser testigos de su sacrificio, para y
en pro de esos escogidos, los que no repararan para nada en su suplicio, por el
contrario, lo consideran necesario y justo.
Así que, o las mayorías reaccionamos a este destino programado
para pocos, donde no tenemos oportunidades distintas que servir a esos pocos individuos,
además que son egocéntricos y vanidosos, quienes serán los primeros en huir
cuando nos llegue el momento del apocalipsis, o de la hecatombe a la que nos
están llevando.
Es perentorio que decidamos elegir otro camino, donde
tengamos un destino común y general, y en donde podamos trabajar, pero para salvarnos
todos por igual.
Aquí el meollo de este asunto es como se podrá hacer, y con
qué posible sistema, pues con lo político, religioso y económico de por medio es
imposible que ello no nos implique hablar sobre capitalismo o comunismo, llevándose,
con esto, la discusión a un callejón sin salida, sobre el posible origen y uso de
las riquezas terrenales, mientras el tiempo pasa implacable, y sin la posibilidad
que lo podamos devolver para rehacer los horrores de nuestros constantes errores.
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