Expulsados de sus propias pocilgas, el mundo se ha ido llenando de fulanos, zutanos y menganos, reconocidos arribistas o elitistas, aristocráticos marranos desesperados por comer más mierda de la permitida, son los mismos indigestos que lloran a moco tendido, parándose sobre los cuerpos de los indigentes que sueñan proceder parecido, porque el dolor que sienten dentro de sus intestinos les produce la sensación de indigestión y llenura, con la que después se les inflama la fama de la que creen disponer, por ello de nada vale asear las marraneras por parte de la civilizada humanidad, sí el procedimiento consiguiente consiste en repetir lo mismo que se ha venido haciendo desde que los asirios empezaron a tabular los excesos.
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