AUNQUE HEMOS ESTADO ENTRE UNA HORRIBLE
PESADILLA Y UN HERMOSO SUEÑO, AUN ASÍ, PODEMOS DECIR QUE DESPUÉS DE UNA TEMPESTAD
SIEMPRE SALE EL SOL
“Ni tanto que queme al
santo, ni tan poco que no lo alumbre”, era un dicho popular que decían mucho nuestros
abuelos, cuando querían señalar las justas proporciones que debe tener
cualquier asunto en la vida, y lo traigo a colación para indicar si no es ya Colombia
un Estado fallido, ante tanta corrupción e injusticias de todo tipo que a
diario se descubren y se revelan, o si podemos mantener las esperanzas de que
algún día alcancemos la justicia y la equidad social que tanto requerimos para
ser una mejor y más justa sociedad.
Entonces procedo a
enumerar algunas de las varias circunstancias que nos ponen a pensar que estamos,
como Estado, muy cerca a la candela y por ello creer que podemos estar a punto
de quemar al santo de nuestra devoción:
- El tamaño de la informalidad laboral, que algunos llegan
a ubicar más arriba del 60%, lo cual nunca permitirá estructurar y moldear una economía
fuerte y equilibrada, ni tampoco una justicia social.
- Ser el centro neurálgico de la más absurda guerra en contra
de los cultivos ilegales y drogas ilícitas, en la que el mundo lleva involucrado
más de cincuenta años, sin ningún sentido práctico, distinto a estar incrementando
y exacerbando el poderío letal y tóxico de las mafias y cárteles
delincuenciales que con ella se desbocan y se alimentan.
- Sostener nuestra economía exclusivamente a partir de algunos
de nuestros recursos naturales no renovables, petróleo y minería principalmente,
ignorando de paso todas las demás potencialidades geográficas, ambientales,
humanas y naturales que poseemos.
- Tener unos partidos políticos dirigidos y compuestos,
casi todos ellos, por personas obsecuentes y desgraciadamente sometidas a unas
posturas y políticas que se indican y se producen en otros países, sin sopesar ni
asumir las responsabilidades por las consecuencias que generan en el nuestro.
- Interpretando y aplicando erróneamente las leyes que
sustentan los fundamentos de los mercados, y al comercio, arguyendo que éstos se regulan solos, con lo que
se le han quitado, por no decir esquilmar, al Estado, muchas de sus más
importantes funciones y responsabilidades sociales, entre ellas la prestación y
administración de los servicios públicos, con el sofisma falso y distractor de
que la corrupción no lo permite, siendo que ésta, la corrupción, se genera a partir
y a raíz de las mismas empresas privadas, las cuales solo desean asumir la
propiedad de esos servicios, igual ocurre con los sistemas de salud, educación,
construcción de la infraestructura, y tantos otros frentes que se han ido
privatizando sin análisis ni control.
- La cooptación que los movimientos y partidos políticos han
realizado y materializado sobre el aparato de justicia en general, como
igualmente sobre las instituciones encargadas de su aplicación y del manejo de
la fuerza pública, politizados hasta extremos impresionantes, haciéndoles
perder todo el respeto y la credibilidad, principios fundamentales para que las
sociedades funcionen correctamente y la ciudadanía acate las normas y las leyes.
En cuanto a algunos de los
puntos positivos que aún dan base y sustento para tener esperanzas de un cambio
de rumbo están las siguientes:
- El que después de tantos malos gobiernos, y de tantos robos
continuados, sigamos siendo un país con suficientes recursos para aspirar a
algo mejor.
- Que nada ni nadie pueden hacernos desaparecer ni borrar del
lugar ni del espacio que ocupamos en el planeta, lo que nos asegura mantener la
mayoría de las bondades humanas, geográficas, agronómicas, ambientales y
naturales que poseemos.
- Que muy a pesar de los pésimos gobernantes, y de los
malos gobiernos que hemos tenido, aún hay muy buen material humano para ilusionarnos
en un cambio económico y social que nos permita progresar.
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