¿LA
INCONSCIENCIA DE LOS INTELIGENTES O LA INTELIGENCIA DE LOS INCONSCIENTES?
Los seres humanos estamos acercándonos a unos límites, que muchos expertos
y científicos aseguran nos están haciendo llegar al borde de la extinción, en los
que debemos tomar decisiones definitivas y trascendentales, para garantizar la
supervivencia de nuestra especie, y también la del planeta, con el resto de
seres vivos que en él a duras penas perviven; y esta situación se da igual aquí
en Colombia como en el resto del mundo, para con ellas, con las decisiones que
se tomen y las nuevas posiciones que se asuman, iniciar un nuevo ciclo de
evolución humana, en donde en armonía con el resto de la vida que nos acompaña,
continuar en un viaje con destino desconocido, por más que imaginemos miles de opciones
y posibles caminos, pero que de todas las formas y maneras conocidas, nos
lleven a otro tipo de relación con la Tierra y la bioma en ella contenida.
Desde hace mucho tiempo, con la ciencia como la gran abanderada de ésta
avanzada del conocimiento, se vienen descubriendo evidentes muestras, y señales
claras, en los que se demuestra que todo tipo de ser vivo, desde los más
simples, como los microorganismos, hasta los más complejos y desarrollados
neuronalmente, como el ser humano, incluyendo también a los animales que nos
rodean, desde los más cercanos a nuestras actividades, a los que se les
denomina domesticados, hasta los más salvajes, o en estado natural, todos ellos
tienen altos grados y niveles de conciencia, sentimientos y de inteligencia,
que los hace conscientes del manejo y del trato que como humanos les deparamos.
En estudios, desarrollados en la Universidad de Columbia Británica, en Canadá,
y realizados por la doctora Suzanne Simard, ésta logro comprobar, y demostrar,
qué, en los bosques todos los árboles están conectados entre sí por una aún no
muy bien conocida red de comunicación, desarrollada entre todos ellos a través de
una simbiosis con los hongos y microorganismos del suelo, en la que los árboles
más viejos, denominados árboles madre, ayudan a los más jóvenes en su
desarrollo, proporcionándoles alimento por medio de esa red. Antes de ella se
había comprobado la interrelación de las Acacias en las sabanas africanas, las cuales,
ante la presencia de las Jirafas, y de cualquier otro animal que las eligiera
para obtener de ellas su follaje como alimento, la primera que era atacada emitía
unas sustancias químicas con las que mandaba la señal del ataque a las demás,
quienes al recibirla acidificaban sus hojas haciéndose amargas e incomibles
para los animales.
Recientemente en las Universidades de Tel Aviv, en Israel, y en la de Wake
Forest, de Carolina del Norte, en Estados Unidos, grupos de científicos han
logrado comprobar que las plantas sienten dolor y lo manifiestan a través de
gritos, que, aunque inaudibles para el oído humano, los insectos y animales que
las atacan los perciben, siendo captados con instrumentos especializados.
Sí todas estas muestras de raciocinio y de conciencia de las demás especies
no nos alertan y nos hacen cambiar los paradigmas para generar avatares que nos
conduzcan a la armonía general entre todos los seres que habitamos este
maravilloso y único planeta, demostraremos que los menos inteligentes somos nosotros
los humanos.
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