NUESTRO SIEMPRE NO ES EL MISMO SIEMPRE DE SIEMPRE
Hay un siempre muy distinto
a la misma eternidad,
es el siempre que maneja
la propia humanidad,
y es un siempre que apenas
aguanta lo que dura nuestra corta realidad,
por lo que es un siempre
finito que no nos dice la verdad.
Con el tiempo en nuestra
contra, y con el caos de nuestro lado,
la aceleración del
movimiento nos conduce poco a poco, y sin remedio, hacia un imperturbable e incuestionable
final,
creyendo entonces que por
ello aquello es el sello de nuestra corta realidad,
cuando estamos confundiendo
nuestro efímero momento con la verdadera eternidad.
Las mayorías, como un
rebaño, estamos siguiendo las huellas de este engaño,
que es el que han armado unas
minorías que encontraron en él su epifanía personal,
convencidos torpemente que
manipulando al tiempo humano ganan tiempo para ellos,
cuando lo que están haciendo
es perdiendo el tiempo general para no realizar con él los cambios necesarios para
toda la humanidad
quien, atolondrada,
paralizada y confundida por el engaño, se acerca lentamente a su final.
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