EL GOZO DE UN PIRÓMANO ES IGUAL AL DEL SICARIO
De solo imaginar los rostros que tendrán
los demás,
al lamentar cómo se quema la
montaña, el bosque o la llanura,
el pirómano se da por bien servido,
igual sucede con el sicario, cuando logra
imaginar
la cara de pavor que pondrá la próxima
víctima de su labor,
ya que ambos actúan buscando la
reacción de los que odian
y a quienes hacen culpables de sus acciones.
Hay tanto odio concentrado en sus torrentes
sanguíneos
que el mundo no tiene importancia,
y en sus venas se diluyen las
razones
que las penas ajenas a duras penas las notan.
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