LOS VERDADEROS
SIMIOS SON LOS OTROS Y TAMBIÉN NOSOTROS
Como
humanidad, parecemos unos inquietos simios en un árbol,
pero lo estamos
haciendo sobre el de nuestra propia evolución,
al que
le hemos cortado varios brotes, y podado algunas ramas,
que hasta
incluso le torcimos el tronco sin pudor,
para que
éste creciera hacia un lado en especifico
modificando
su desarrollo y su natural selección.
Ese
árbol ya no da sombra,
ni
protege a todos los que en este medio habitamos,
pues algunos
lo han convertido en un arma de presión y represión,
donde un
patrón determinado, de color y de apariencia física,
se ha logrado
imponer sobre todos los demás,
y quienes
no cumplamos con esos parámetros y modelos
debemos ser
motivo de rechazo y limitación.
El mayor
problema de esta absurda aberración
es qué,
las mayorías, nos comportamos como borregos en manadas,
o como
conejos en jaulas de reproducción,
permitiendo,
sin protesta ni oposición, estos procedimientos,
de aquellos
cuantos convencidos de ser lo mejor de la evolución,
cuando
en realidad son la peor excreción de una mala reproducción.
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