VIVIMOS DE ESPALDAS A LO EVIDENTE
Miramos ansiosos al
espacio, buscando certezas de existencias paralelas,
o de planetas nuevos y agujeros
negros, como si fueran una grandiosa novedad,
sin darnos cuenta que aquí,
en la Tierra, vivimos en uno,
y al mismo tiempo, con pasmosa
y enfermiza tranquilidad,
lo hemos estado convirtiendo
en un inmenso hueco,
el cual expele olores de
muerte, en tanto expide certeras señales de destrucción.
Igualmente creemos ver flotando,
en el cosmos, objetos extraños,
cuando en nuestro entorno
no vemos nada malo, y menos raro,
así palpemos los destrozos
que multiplicamos
mientras hacemos las
masacres que ignoramos.
Somos seres extraños, y
sujetos de engaños,
pues queremos ver lo nuevo
invisibilizando lo viejo,
encegueciéndonos a lo
evidente y ensordeciendo lo que nos miente,
y a la vez sintiendo todo
como impalpable,
cuando en realidad hemos
hecho del entorno algo desechable,
descartable, erosionable e
inviable,
mientras vivimos inmersos
en engaños en cuanto la verdad nos grita a las espaldas.
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