SOÑAR NO CUESTA NADA, Y POR ESO SE
PUEDE INTENTAR
A puertas de entrar Colombia
en las próximas elecciones, para elegir alcaldes, gobernadores, Asambleas
departamentales, Concejos municipales y Juntas administradoras locales, estamos
advirtiendo todo tipo de amenazas, y de acciones violentas, en contra de los
adversarios políticos y sociales, pues cuando se viene utilizando, desde hace
mucho tiempo, la violencia como herramienta normal de trabajo, solo se puede
esperar zozobra en las sociedades que así proceden.
Por eso los recientes
sucesos de desmovilizaciones masivas de grupos violentos, no han servido de
mucho para generar la calma que se requiere para poder desarrollar en
tranquilidad un proceso electoral, por el contrario, la violencia está tan
arraigada en nuestra sociedad, que todos los días se producen acciones de
violencia por todo el territorio nacional, como una costumbre natural, y como una
secuela de estarla utilizando corrientemente en contra de los adversarios,
creando unos terribles escenarios, donde no se pueden expresar ideas ni
convocar oyentes, pues todos estamos en riesgo de ser el foco de movimientos,
grupos, partidos e individuos violentos, los cuales están muy convencidos que con ella es como se
recogen réditos políticos y económicos en un país que ha sido fértil para ello.
Desear que esta situación
no siga ocurriendo no es suficiente para erradicar la violencia generalizada,
en donde las guerrillas, y demás grupos violentos, son directos responsables de
haberla institucionalizado sobre la sociedad, sobre el país y sobre un Estado
incapaz de imponer otro tipo de costumbres, pues las mismas autoridades están
muy acostumbradas a la subordinación y a la inoperancia sobre ella.
Ante este tremendo y
terrible panorama, solo existe un camino, pero el cual es casi imposible de
imponer cuando la clase dirigencial hace parte de esas estructuras violentas, y
en donde le correspondería a la propia sociedad imponerse, con una unidad de
criterios y objetivos, haciendo uso de una buena y masiva educación, lo cual es
más que crucial, entonces siendo así el asunto, estamos, en Colombia,
enfrentados ante una cruda y cruenta realidad, que será muy difícil de
modificar si no existe una voluntad más grande que la realidad, de la clase
dirigencial, política, económica y de la sociedad en sí, para poder cambiar esta
perversa metodología.
Solo quedaría esperar,
como el sueño de un simple iluso, que con los aportes de unos medios de
comunicación, en sí mismos hastiados por los altos niveles de violencia
generalizada, realicen una agresiva campaña en pro de las buenas costumbres, y
con ella intentar, al menos intentar, visibilizar estas desesperantes circunstancias,
como igualmente visibilizar a los personajes y movimientos políticos que pueden
implicar ese cambio, tratando de abrirles los ojos a las distintas sociedades,
y regiones colombianas, para que decidan mejor en estas próximas elecciones.
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