LA
HUMANIDAD Y SU MUNDO
Arrastrados por los intereses de quienes no tienen, ni quieren
límites,
vamos dejando nuestros huesos en las zanjas que van quedando
tras sus huellas,
para después edificar sobre ellos los muros que dividen el
suelo sin consuelo,
separando así países, segregando familias y dividiendo a la
humanidad
entre los que quieren mucho y los que no tienen nada.
Atrapados en estos absurdos conceptos se desarrolla un
mundo inmundo,
inundado de la sangre que derraman las miles de madres
que paren los hijos que no hacen parte de esas ideas,
dejando los cadáveres regados como desecho en una tierra
que reverbera de gusanos,
y que servirá de abono a los que nacerán después de ellos.
Agotados por vivir sin pausa, esos mismos seres no tienen
tiempo para quereres,
ni siquiera para amar a sus propios hijos,
que llegan al mundo a repetir el ejemplo que les han dado,
y como unos dados lanzados a la suerte, éstos replican una
y otra vez el mismo camino,
dando a la vida un tinte de muerte, que es el destino que
le han dado al mundo.
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