sábado, 10 de febrero de 2018

AZÚCAR O MEDIO AMBIENTE

AZÚCAR O MEDIO AMBIENTE

Luego de leer la columna de Mario Fernando Prado en El Espectador, “Azúcar o cocaína”, se queda uno preguntando si existe la posibilidad de que el periódico, ante la confusión que genera el columnista con su ignorancia en el tema o por intereses particulares, y por más que se aclare que editorialmente el periódico no es responsable por lo que manifiesten sus escritores, llame a opinar a la academia, la que por lo general pasa de agache en estas polémicas, y que en el caso específico se podría apelar a la Universidad Nacional sede Palmira, de la que soy egresado, cuna de la mayoría de los agrónomos, por lo general hijos de propietarios de tierras cañeras, que desde hace muchos años vienen trabajando en el cultivo de la caña de azúcar.
La discusión no se puede circunscribir solamente a que sea un tema de recalcitrantes ambientalistas o de enemigos de los cañicultores, el asunto es más de lógica y de sentido común, y me explico.
La mayoría de los suelos del valle del río Cauca están catalogados entre los mejores suelos agrícolas del mundo, y el cultivo de la caña de azúcar está identificado como uno de los cultivos más rústicos, pero a la vez más demandantes de agua, por lo que a la larga se vuelven dañinos de los suelos; bajo estas premisas lo más lógico sería disponer de esos suelos para cultivos con posibilidades de lograr mejores cosechas por los siglos de los siglos, igualmente de cultivos que demanden de mayor mano de obra, pues no podemos olvidar que el Valle del Cauca viene viviendo desde hace varios años el desmonte de casi 300 mil cortadores de caña que han sido reemplazados por maquinas, la caña de azúcar es actualmente un cultivo casi en un 100% mecanizado y automatizado. Señalo que Cenicaña (Centro para estudios de la caña financiado por los cañicultores) se han focalizado en encontrar especies de cañas resistentes no solo a enfermedades si no a la falta de agua.

Somos testigos vivientes del deterioro ambiental e hídrico que viene sufriendo esta región del país, por lo que la pregunta para aclarar es si lo que debe primar es lo económico sobre lo ambiental, porque en ese asunto hay argumentos de lado y lado, pero si lo que debe primar es lo ambiental ante la evidencia del deterioro, es tiempo entonces de cambiar.
Sirirí amenaza con inundar de cifras su columna para demostrar las bondades del cultivo, pero no matiza que pueden existir cifras por montones para demostrar todo lo contrario, que si fueran analizadas con la frialdad de los hechos harían preocupar al más calmado, como por ejemplo la cantidad de ríos afectados por el uso abusivo del cultivo por el agua, el Palo, Lili, Meléndez, Bolo, Amaime, Fraile, Sabaletas, Buga, Tuluá, solo por nombrar los más visibles ya que la afectación es mucho más tenaz. Paralelo a este consumo y uso abusivo del recurso agua están los problemas que se le generan a los suelos al someterlos a la necesidad que tiene el cultivo de tanta agua, es una especie de lixiviado permanente, como los problemas a la salud de los habitantes y de los suelos en muchas ciudades donde a sus alrededores se sigue haciendo uso de la quema en los cultivos por más normas que las limiten o las prohíben.
Lo más preocupante en este tema es la alternativa que por muchos años les han dado a los cañicultores de poder sustituir un alto porcentaje de la gasolina en Colombia con alcohol obtenido de la caña, presentándolo como un triunfo ambiental cuando es todo lo contrario, es la puntilla que termina de cerrar la tapa del ataúd donde se ha guardado la verdad en este asunto.
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