JUGANDO CON LA ILUSIÓN EN MEDIO DE LA ESTUPIDEZ
Aun viviendo en Dinamarca, o en sitios similares, donde la ética y la moral
todavía conservan algún grado de su valor y su sentido, jugar a la suerte, a
través de un sorteo o de una lotería, se constituye en un acto aleatorio con posesión
del azar, en cuanto allá también se apela a que sean las leyes de las
probabilidades las que determinen al ganador, pero la realidad es que estamos en
Cundinamarca, o en cualesquiera otro punto de este lugar dominado por las leyes
del absurdo, como sucede en Colombia, donde la corrupción y el engaño son las fuerzas
sobre las cuales se cimientan y fundamentan los principios naturales que rigen
a la suerte y al azar, transformando a la trampa en una circunstancia natural, como
si fuera parte de la rutina y la normalidad, se convierte en una soberana
estupidez el estar invirtiendo el poco dinero que se deja para jugarlo en
cualquier tipo de sorteo, además a esto se debe sumar el hecho que las
instituciones creadas para garantizar la pulcritud y la legalidad de los
sorteos y las rifas, se caracterizan por su inoperancia y por su indolencia, sino
es que hacen parte del entramado engañoso y corrupto en que han caído estos
manejos; aunque tengo que confesar que aun siendo consciente de lo que está
ocurriendo, así y todo lo sigo haciendo, creyendo ingenuamente que por
alguna equivocación o descuido, de los corruptos y bandidos que tienen en sus manos los sorteos, pueda
existir alguna remota posibilidad, por más mínima que sea, de un error o
descuido, lo cual permita que mi suerte se manifieste, y entonces esto provoque
que se me facilite la alternativa de cambiar una realidad personal llena de
dificultades y limitaciones financieras, ganándome por la fuerza del azar algún
suculento premio.
En un escrito anterior, en el que hacía referencia a esta temática, el
cual resultó, por suerte, leído por más de mil personas, aunque por lo visto
ninguna de ellas hacia parte de la Superintendencia de juegos, rifas y espectáculos,
pues allí solicitaba que esta institución gubernamental diera cuenta, con un
informe ya sea semanal o mensualmente, de los diferentes y numerosos sorteos que
se realizan en nuestro país, dando fe y cuenta de sí en cada uno de ellos había
resultado algún ganador, para saber a ciencia cierta que viene sucediendo con
los premios, y así los ingenuos apostadores tengamos, en medio de una actividad
manejada por el azar y lo fortuito, tener un grado de certeza de lo que a su
alrededor está ocurriendo, además que se requiere y se hace necesario que ante
tantos tramposos al menos a algunos se les ponga coto, poniendo en función la teoría
turbayista que tanto asiento tiene entre nosotros, la cual postula que la corrupción
venga en sus justas proporciones para que, al final de cuentas, tenga un límite
permitido.
______________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario