CONTRADECIRNOS PARA CREER ES NO PENSAR
Pensar para no creer se asimila mucho a crear unas condiciones adversas,
necesarias para no tener que estar conscientes,
mucho menos presentes,
en el preciso momento de ejercer las
probabilidades de aceptar
una propuesta al instante de olvidar,
que ya antes ésta había sido expuesta,
mucho antes de creer que así podemos
ignorar la realidad.
Encontramos entonces, en medio de nuestras contradicciones,
las precisas justificaciones entre
teorías sin explicaciones,
sobre unos hechos concretos, que conspiran contra la soberanía de la naturaleza,
en pleno corazón del código
universal, el cual nos obliga a creer en el conducto natural.
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