TÚ, QUE ERES EL ASTRO
QUE ME ILUMINA
Sol, tú que aún brillas,
mientras que mi oscuridad se impone
sobre una masa sin
luminosidad, te imploro un segundo de reciprocidad,
para que un par de cuerpos,
que se atraen a través de la fuerza de la gravedad,
descompongan al universo
que existe entre los dos, o sea sin complementariedad.
Siendo yo un amasijo de neutrinos,
reverberando entre los electrones
de una energía sin
principio, y apagándome con el tiempo,
voy dejando sobre el
espacio una señal sin peso, que, de repeso,
mantiene una opacidad
que brilla al interior de la materia oscura,
allí donde mis anhelos
se esconden, rogando por un segundo de realidad,
intentando hacerme
visible ante los ojos de alguien que me mire, como tú,
que has encontrado en el
amor el lustre con que invisibilizas mis limitaciones.
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