COLOMBIA, UN SIMULACRO
DE ESTADO
Ya es normal en nuestro
país, Colombia, que ahora se esté legislando en el Congreso, como suele suceder
y se ha vuelto una normalidad, para que sean los intereses y poderes particulares
y privados quienes traigan y proporcionen las vacunas, con las que se intente
paliar el caos social y de salud pública, institucionalizado a partir de una
manipulación orbital con un virus menos letal que el hambre, y que muchas otras
enfermedades o virus ya presentes en nuestro país y en el planeta, las cuales, desde
hace mucho tiempo, ya vienen matando a millones de seres cada día, cada semana
y cada año, sin que por ello la humanidad, a través de la mayor organización política
hasta hoy creada, la ONU, haya hecho lo que se está haciendo en este caso específico,
o sea, declarar una pandemia más importante, sobre otras muchas más graves,
pero que son pandemias invisibilizadas.
Claro está que, en
Colombia, esta decisión y comportamiento no es nada nuevo, ya que desde hace
rato los intereses privados y particulares vienen ejerciendo muchas de las
funciones, por no insinuar todas, que le correspondían al Estado, entre ellas el
manejo, control y la prestación de los servicios públicos de energía eléctrica,
agua potable y alcantarillado, igual sucede con la responsabilidad sobre los sistemas
de la salud, educación, pensiones e infraestructura del Estado; en donde éste,
el concepto de lo que significa un Estado, se ha ido transformando en una mera
figura retórica y almibarada, en una armazón hueca, inane y sin forma, de lo
que antes fue un concepto universal, dentro de la cual estaban contenidos los
compendios y fundamentos sociales, políticos y culturales que caracterizan y
representan a una cierta región y población del planeta, que en el caso particular
nos representara a nosotros, y a todos.
Pero al no tener ni
perseguir poder de ninguna clase, ni tampoco mostrar interés por usarlo o reclamarlo,
la sociedad colombiana se ha conformado con cumplir el papel de simple
observadora de los sucesos, aquellos que día tras día confirman y evidencian el
desmonte total del Estado colombiano, al cual le han quitado, robado y ha
perdido todas sus funciones, mientras que al mismo tiempo, al ciudadano, le han
arrebatado todos sus derechos, y de paso, también sus obligaciones, generándose
una situación interna de ilegalidad manifiesta, no solo por el asalto a la
majestad, al poder y a la representación del Estado, algo que ocurre y está expuesto
en todo el ámbito nacional, mucho más regional y localmente.
Colombia es un remedo
de sociedad, y de Estado, sobreaguando sobre una realidad cada vez más
complicada, desmoronándose socialmente a un acelerado ritmo ante las
influencias de movimientos políticos que congenian con este tipo de irregularidades, además que conviven, tranzan
y patrocinan a grupos delincuenciales, haciendo de los negocios ilícitos herramientas
a las que deben echar mano quienes no tienen ninguna otra alternativa, pues el
Estado, que debiera ser el único garante de la Constitución y de los derechos,
se viene deshaciendo a pasos agigantados, a través de las erróneas políticas
que unas clases dirigenciales indecentes y corruptas toman al respecto.
______________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario