EN
EL PAÍS DE LOS LLOROSOS LOCOS
Lloran unas huestes de asesinos porque no pudieron arrasar ni
con el nido de una perra,
entonces se abren los corpiños sus mujeres para amamantar a
esos niños que lloran,
ya que la frustrada sensación que sienten, de querer vivir
en guerra,
es mucho mayor cuando no se está en ella.
Los caminos de esta patria embrutecida están llenos de esos
asesinos locos y llorosos,
a quienes cada noche los esperan en sus casas unas mujeres
enloquecidas por el gozo de tenerlos,
sin que ninguno pueda comprender que lo que al final hacen
es abrir un profundo foso,
donde los van a terminar lanzando cuando ya no tengan el
valor que esos otros que los utilizan esperan.
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