EN
BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
Cierto día, un iluso presidente de un país en problemas,
vistiéndose de marioneta, le pidió un espacio al tiempo,
para encajar de nuevo el momento en que la paz derrotó una
guerra eterna,
sin recabar que en el tiempo no hay espacios verdaderos,
pues en el cementerio los muertos ya han sucumbido hace
tiempo.
Efusivo, y por todos los medios posibles y existentes,
le dijo a sus dirigidos que había razones de peso,
para impedir por expreso por qué expresar esos motivos,
pues cuando se hicieron los pactos él no era el presidente,
y los del partido regente no estuvieron presentes,
volviendo entonces inconsistente ese arreglo de paz,
que así se hacía inexistente para un gobierno indecente,
siendo más que indolente con aquellos que creyeron en él.
En ese espacio cedido no hubo tiempo suficiente para el
absurdo pedido,
por cuanto que el tiempo pasaba y ya no daba espacio a tanta
gente amnistiada,
quienes en desbandada huían en busca de ese tiempo perdido.
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