EL
PRIMOGÉNITO
Fue el primogénito amado, por lo que creyó tener más
derechos que el resto de sus hermanas y hermanos, así que se comportaba como un
sátrapa para poder obtener lo que no le pertenecía a él y sí a las otras y a los
otros. Cuando los padres le reprendían, por su abusiva actitud, simplemente
sonreía pues en su interior estaba convencido que no le impedirían su proceder,
se sentía estar jugando un juego, donde sabía de antemano que siempre
terminaría como el ganador.
Con el correr del tiempo, lo que les hacía a sus familiares,
lo empezó a replicar en sus amigos y conocidos, sin control ni mesura, creyéndose
tan superior que los demás a duras penas le reclamaban, pero todos en el fondo pensaban,
al final del maltrato o de los absurdos procesos de negociación, que algo los
resarciría, ya que no querían ni creían que éste se podría salir tan fácilmente
con la suya; era un permanente tira y afloje con y entre todas las personas a
su alrededor, que a la postre se fue volviendo una insana costumbre, tanto así
que, lo que en un comienzo, sobre todo para sus padres, parecía ser el ejemplo
de una vida exitosa se fue transformando, con el correr del tiempo y la fama que
se ganaba, en la existencia de un crápula, al que todos terminaron por temer,
incluso los padres, y en el que muy pocos volvieron a confiar para nada, hasta
el extremo que dejaron de tratarle los unos y de desconfiar en él las otras.
Sin embargo, esas pruebas permanentes de reprobación, y los
constantes reclamos por los abusos que cometía, jamás le hicieron cambiar de
actitud, por el contrario, se hizo viejo convencido que el problema radicaba en
los demás, que quienes debían cambiar eran ellos y ellas, creyendo que él era el
dueño absoluto de la verdad y el poseedor de la razón. Incluso así logró
ennoviarse varias veces con mujeres que terminaban maldiciendo el día en que lo
conocieron, pero aun así llegó a casarse, convenciendo a la que llegaría a ser
su esposa que los injustos y equivocados eran los demás.
Tuvieron varios hijos que aprendieron y copiaron sus
artimañas, haciéndose famosos como parte de una estirpe de crápulas, quienes
llegaron a tener tanto éxito que pasaron a la historia, al comienzo de la
sociedad en la que crecieron, donde terminaron cambiando los parámetros del
bien y del mal, para llegar incluso y por desgracia al resto de la humanidad,
porque su legado fue trascendiendo y se convirtió en la regla general.
Tan es así que ahora es una virtud humana comportarse como un
sátrapa o un crápula, por más que quienes sufren las consecuencias, no dejen,
como norma, de quejarse y maldecir semejante trato.
Por eso hoy priman por doquier seres semejantes, a los que
eligen presidentes en todas las naciones, las que se deshacen por la violencia
que las acosan, sin que nadie pueda hacer mucho, pues los protocolos deben
cumplir los parámetros impuestos por estos personajes.
Quien intente en el planeta llegar a ser justo y ecuánime inmediatamente
recibe el título de imbécil, cuando no es etiquetado de retrasado mental.
Mientras tanto todo en la Tierra se destruye y se
desmorona, siendo ahora más importante acumular riquezas con carácter individual,
esté ésta representada por unos billetes de papel guardados en bancos, o en el
oro y otros metales, que proteger el agua o los recursos naturales para beneficio
de todos. Hoy prima más vivir en un bunker que disfrutar de unos bosques o
selvas saludables, hemos llegado hasta un paroxismo extremo, que incomodan todos
los seres vivos, los árboles y los océanos.
Actualmente todos los primogénitos del planeta se siguen
reproduciendo igual como al que dio origen a esta historia y el futuro se
vislumbra como una eterna guerra.
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