EN
EL AGUJERO NEGRO DE UN AMOR
Rozando el borde de un mal amor,
como si fuera un agujero negro,
se me agranda la gravedad de perderme en él,
y en continuas ráfagas,
los electrones de mi cuerpo se energizan al sentirlo,
provocando estas ansias que me aspiran,
ya que,
en el centro de ese espectro,
estoy como un extraño que se volatiza.
Después clamo por el perdón,
pues al sentirme su juguete,
que en continuas tormentas me arremete,
descubro el momento preciso en que desaparece.
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