DESCUBRIENDO UN AVATAR QUE NOS PUEDE REVITALIZAR
Según la definición de discapacidad, ésta puede llegar a ser
de tres tipos, motora, sensorial y/o mental. Las causas por las que se dan éstas
son variadas, aunque la mayoría se derivan sobre todo de problemas generados
por traumatismos, malformaciones, anomalías genéticas, infecciones, enfermedades
cardiovasculares, respiratorias y/o reumáticas.
Sin embargo, bajo esta amplia definición, discapacitados podemos
llegar a ser todos, ya que, de una u otra forma en algún momento de nuestras
vidas, con el solo hecho de pensar diferente, sobre algún tema en específico, terminamos
inmersos en una gran variedad de conceptos erróneos, incluso muchos de ellos
riñendo con la lógica o el sentido común, llegándonos a encontrar señalados de
discapacitados, por el solo acto de pensar diferente.
Pero no es ese el objetivo del presente artículo, por el
contrario, lo que busca es remarcar y matizar que en circunstancias de
discapacidad es cuando más se desarrollan los otros sentidos, pudiéndose potenciar
la mente y el cuerpo humano hasta límites insospechados.
Aunque siempre nos vamos a topar con algunos problemas en
estos temas, los cuales radican, por lo general, en el nulo conocimiento que
tenemos de nosotros mismos por un lado, de nuestras grandes capacidades, que para
desgracia de todos, estamos viniendo a conocer poco a poco, a cuenta gotas, a través
de nuevos estudios que antes nadie se atrevía a hacer por el simple temor a ser
catalogado loco; y por el otro lado, al tener que recibir encima la reacción
del ala más retrograda de toda sociedad, quienes son aquellos que no toleran mínimos
cambios ni nuevas ideas. Es innecesario mencionar antiguos ejemplos de
personajes que en su momento fueron satanizados, y hasta asesinados, por sus
ideas o actos, siendo que hoy son sinónimo de sabios, empezando con Jesús como
hombre, o como Spinoza, Bruno, Tolomeo, Copérnico, Tesla y muchos otros.
Uno de estos nuevos estudios ha sido el realizado por la
doctora canadiense Suzanne Simard, de la Universidad Columbia Británica, quien ha
podido demostrar que los árboles tienen sentimientos y conciencia en muchos de
sus actos, al igual que muchos otros organismos vivientes, comprobando la
directa conexión que existe entre los árboles y ciertos microorganismos del
suelo, como son los hongos, con los cuales éstos han logrado generar procesos simbióticos,
en los que ambos organismos terminan beneficiándose.
Son descubrimientos que nos debieran generar cambios
inmediatos, en nuestros comportamientos diarios y sociales, iniciar con ellos una
especie de avatar, al comprender, la humanidad, la directa interrelación de
nuestros actos con la salud de todo el planeta.
Pero volviendo al cuento de la doctora Simard, ésta ha
podido comprobar que los árboles viejos son una especie de bancos de
conocimiento y de vida, que mantienen relación con las demás especies de un
bosque o selva, además de reconocer su descendencia y ayudarla a desarrollarse
cuando estos avisan tener problemas, utilizando los micelios de los hongos como
canales de comunicación.
Antes se había podido comprobar, en las sabanas africanas,
que entre los árboles de Acacias hay comunicación directa e inmediata, hasta el
punto que cuando llega la primera jirafa a ramonear a la primera Acacia, ésta
envía de inmediato el mensaje de ataque, logrando que las otras reaccionen produciendo
una sustancia ácida en su follaje, lo que disgusta a los animales, tanto así que
estos terminan dejándolas de morder; con esta investigación se ha demostrado
que esto ocurre porque existen estos canales de comunicación, ahora nos
corresponde como humanidad entenderlos, restaurarlos y respetarlos, a ver si de
una buena vez trabajamos como una especie, unida y en sincronía entre todos y
con todos, como siempre ha debido ser.
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