EL TIEMPO NO ES MERCANCÍA
Cargamos en los bolsillos billetes y monedas, unos seres más que otros, por el tiempo que hemos entregado y expedido sin garantía de cambio, sin siquiera ponernos a detallar que nuestros cuerpos van terminando exprimidos y asfixiados después de utilizar hasta el último instante predispuesto para proporcionarnos una felicidad surgida a raíz de una estultez fingida y emitida por la realidad individual, al comprar ideas que otros nos vendieron como productos sin fallas ni caducidades, dejándonos a los mayores con las frustraciones exhaustas y a los jóvenes con ilusiones a punto de comenzar su expiración.
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