EL FÚTBOL VERDADERO NO ES EL QUE SE JUEGA EN CATAR
Para que un mundial de fútbol llegue a ser considerado
maldito, sucio y despreciable,
como está ocurriendo con el actual de Catar, al hacer
parte el fútbol global de una pasión
social, indica que esa consideración sentimental, que se complementaba con la pureza
ética y moral, se viene erosionando de manera progresiva y radical al involucrar
directamente a los actores de su funcionamiento con el fundamento de unos sistemas que
solo le rinden culto al capital, transformando a sus jugadores en apostadores, sean
hombres o mujeres, a quienes desde la infancia vuelven en instrumentos financieros,
eligiendo al dinero y no el placer de jugar para competir, perdiendo o ganando,
manteniéndose alejados de las apuestas, en franca lid y de manera física y emocional.
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