UNA PRÁCTICA MENTALIZADA
La potencia contenida y
concentrada por el dolor físico,
sobre los cuerpos latentes de
vida,
subyuga cualquier esfuerzo de la
razón y la emoción,
como también a aquello que los
humanos denominamos sentido común,
esgrimiéndolos luego como parte
de las justificaciones valederas
para las posteriores inacciones,
convirtiéndonos en seres pusilánimes,
aunque seamos bastante emprendedores,
trabajadores e inteligentes,
abriendo espacios a las confrontaciones mentales entre seres elementales.
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