EN
EL CENTRO DE UN CORAZÓN PERFORADO
Martillan con rabia contra el corazón del mundo
lo más inmundo de la humanidad,
sujetos con la terrible convicción que tienen siempre la
razón.
Emanan gotas de sangre coagulada de ese musculo cansado
sin que nadie en la Tierra haga nada distinto que punzarlo
sin compasión,
intentando que germinen de la tierra los pecados que la
tienen desolada.
Florecen mientras tanto tantas penas en las venas de la Tierra,
que recuerdan que las flores no florecen en las yermas
tierras,
por las penas que se dan en ese pobre corazón.
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