TRASTORNADOS
Y SIN PENAS
Con la velocidad de un rayo,
y la seguridad de un calendario,
todos los amaneceres,
todas las personas de este mundo trastornado,
nos convertimos en presidiarias,
recluidos en las casas,
trasformadas en nuestras propias celdas de castigo,
y no nos importa nada.
Deambulando indolentes cada día,
por los pasillos de estas cárceles inventadas,
no hacemos conciencia de la importancia de nuestras vidas,
y de lo manipulados que estamos por los sistemas,
que despreciamos el tiempo de condena,
porque lo único que esperamos es la paga por nuestra pena.
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