EL LUCRO NO ES AFORTUNADO
Los verdaderos afortunados son aquellas personas simples y sencillas, quienes acostumbran tomar en alta consideración a los demás congéneres trabajadores por igual, pues los consideran similares de batalladores en las luchas por cosechar unos mínimos vitales, persiguiendo con denuedo objetivos en paralelo a sus obviedades circunstanciales, cimentadas éstas en tener los máximos permitidos a través de conceptos éticos y morales previamente establecidos, estando todos los habitantes del planeta moviéndonos alrededor de unos modelos equitativamente igualitarios, porque concentrarse en acumular desaforadamente significa ingresar en los preludios de unas guerras de egos, codicias y avaricias, con las implicaciones que contiene proceder indecentemente, pisoteando sin reparos, castigos ni condenas al resto de elementos garantistas de existencias armónicas con normas en las que todos los seres humanos se deben concentrar, cercanos a un nodo de prosperidad común, buscando mantenerse unidos junto a un centro de progreso colectivo, admitiéndose niveles de conocimientos, destrezas, desarrollos y fortunas relativas, ya que las diferencias dependerán sólo de los sacrificios y esfuerzos individuales, en cuanto son dirigidos hacia los ahorros particulares, salirse de este esquema vivencial es lo que está permitiendo establecer sistemas fundamentados en injusticias, necesitamos recapacitar y revaluar comportamientos que se tienen que limitar, para poder erradicar del todo los inadmisibles excesos lucrativos antisociales.
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