108 precandidatos presidenciales, ¿está acaso la democracia colombiana en crisis?
El jueves 25 de septiembre de este año 2025, el programa Sapiens del Centro de Pensamiento Libre (CPL) tuvo como invitado al sociólogo y catedrático Eduardo Pizarro Leongómez, con el objetivo de analizar y conversar respecto a la proliferación de candidatos políticos hacia las próximas elecciones presidenciales en Colombia, además de la aparición y multiplicidad de movimientos y partidos políticos, a la n potencia, que en el caso particular del profesor Pizarro expresa con el término infinito, queriendo matizar su innecesaria multiplicación, marcando una tendencia difícil de considerar saludable, o tan siquiera entendible, en medio de un país sometido a la injerencia de fuerzas ilegales al servicio de un negocio de índole global, como lo es el narcotráfico, con el cual vienen incidiendo y afectando su institucionalidad en conjunto con la convivencia pacifica y armónica de los componentes pasivos de sus sociedades.
Entre las consideraciones del profesor Pizarro, quien admite que tanta participación de candidaturas es sinónimo de crisis estructural de la sociedad, pero no por estar en riesgo de un golpe militar ni por algo parecido, resaltando el nivel civilista del ejército y la policía, pero sí porque no hay otra manera de justificar tanta irracionalidad, se mencionó también el grado de polarización que suscita el método particularmente agresivo y confrontacional del actual mandatario colombiano, utilizado en sus interlocuciones e intervenciones, con la que logra provocaciones innecesarias entre sus conciudadanos, generando una oposición sin juicio y más dedicada a enfrentarlo con violencia y con saña, creando el caldo de cultivo ideal para que el universo político local se enerve de la manera que degenere en una intranquilidad alrededor de una provocación política y social que requiere inteligencia emocional para encontrar respuestas sensatas a sus problemas consuetudinarios, señalando al presidente Petro de populista.
Trajo a colación el caso de México, con la incidencia que ha ido tomando el partido Morena en todas las instancias democráticas, situación que considera contraproducente y que aspira a que no se replique en nuestro país, propuso como alternativa el acuerdo programático que se desarrolla en Uruguay, en donde todos los partidos y candidatos avalaron unos consensos mínimos de garantías para el manejo interno político. Plantea que la constituyente del año 91 erró al facilitar la creación de movimientos y partidos, promoviendo unas normativas relajadas, pues considera que el escenario se debe desarrollar con pocos y solidos partidos que abarquen todas las tendencias ideológicas. Criticó la laxitud de ley de bancadas que sirve para ser burlada por los miembros de los partidos, lo que termina afectando la gestión política del congreso, porque permite la injerencia de los gobiernos en turno porque pueden ser manipulados por ofrecimientos poco santos lo que por lógica afecta la gobernabilidad del país. Anuncia una próxima agenda, parecida a la uruguaya, que se va a presentar para proponer un consenso nacional.
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