DESENTERRANDO GENOCIDAS
Persisten, manteniéndose viscosos además de receptivos a los insectos que los van luego a devorar, los innumerables cadáveres que se creían enterrados, inoloros los suponían aquéllos siniestros personajes que los dejaron abandonados sobre terrenos a los que fueron a invadir, los cuales se contraen constantemente para los demás frente a las visiones incoloras de sus insólitos asesinos, siempre indoloros y dispuestos a disfrutar a lo que huelen, y no a lamentarse por lo que duele el bouquet que expelen las presas ignoradas por los verdaderos culpables de los continuos genocidios, ahora tan en boga, cual si fuesen simples formalidades usadas para molestar a personalidades de una farándula local en plenos actos sociales, sin tener que asumir responsabilidades.
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