AMOROSAS CRUELDADES
No existe crueldad más grande, en este mundo materialista, que amar condicionadamente a la pareja que se presta para iniciar un ciclo de momentos repetitivos, alrededor de movimientos pendulares de las caderas de ambos, a través de una relación emotivamente definida por contactos sexuales desprolijos de sentimientos duraderos, de allí que en estos escenarios placenteros los cuerpos se convierten en instrumentos para manipulaciones progresivas, logrando alcanzar el clímax una vez se separen de los objetivos particulares de las parejas involucradas en ellos los negocios que se generan paralelamente a los coitos entre unos lechos desechos de quejidos desprovistos de placeres concretos.
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