SUICIDAS ASESINOS
Cual suicida
arrepentido, escondemos las heridas auto infringidas sobre unas muñecas con la
piel expandida por los colgajos que cuelgan después del tajo ocasionado por las
cortadas asesinas, de donde brotan a raudales los torrentes de sangre que al
agotarse de los cuerpos nos indican que todo se ha consumado, mirándonos de
reojo indiferentes, notando en el brillo de nuestros ojos una indolencia implantada
dentro de una especie que igualmente mira entre el reflejo de un espejo natural,
que es la vida personal, los destellos del final que se aproxima.
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