LOS ERARIOS NO SE ROBAN Y EL DELITO NO ES NEGOCIO
Cualquier tipo de robo, mucho o poco, contra los erarios tienen que ser castigado con suficiente vehemencia, haciendo subir a los culpables hacia el paredón del escarnio y la inclemencia pública, conformado por ciudadanos y habitantes de países ansiosos por vivir en equidad y armonía, visibilizando sus rostros aviesos hasta los confines de la Tierra y obligándoles a devolver hasta el último centavo, además de quedar vetados por el resto de sus vidas para servir en las instituciones de los Estados, que deben ser inviolables, porque es inconcebible aceptar y observar lo que ocurre cada día, dónde personajes de la peor condición moral se enfrentan relajados y tranquilos a un aparato de justicia cooptado por la corrupción privada, al cual tienen plegado y arrodillado ante sus delincuenciales actos, dejando patente que el delito es negocio.
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