LA GUERRA ES GENÉTICAMENTE NUCLEAR
Más allá de amar la guerra está el desearla fervientemente, como lo hacemos los seres humanos, es una marca indeleble que llevamos inscrita y tatuada en los genes, mucho más después de aspirar los tóxicos aromas provenientes desde la toma del poder orbital por parte de una ideología militar, dispuesta al sacrificio masivo de la existencia en general, exceptuando la de ellos, a raíz de una especie imposibilitada de rechazar la oferta de una vida esclavizada por la confrontación permanente, por eso en las ciudades se alcanza a escuchar por todos lados los gritos desde los cuarteles hechos por soldados que van a los frentes dispuestos a morir voluntariamente por un futuro desconocido pero empeñado a los intereses financieros por parte de unos sistemas atomizados.
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