ARRUMANDO LEYES POR MONTONES
En el centro de un montón de cuerpos amontonados, así sea en el extremo de un espacio vacío y cualquiera, el propio no alcanza a diferenciar ni a distinguir al otro, aunque estén lado a lado o frente a frente, es un precepto que hace parte de la ley del movimiento supino, sucesivo, excesivo y continuo en el que se perpetúa la razón que encuentran ciertos seres para justificar la vileza de sus actos, con los que validan luego la violencia que utilizan para poder entonces arrumarlos.
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