OBSESIVA MALDAD
Las fortalezas de los tigres o leones, o de cualquier otro salvaje animal, no tienen ningún grado de comparación contra el nivel de maldad que expone la especie humana, quien los está observando desde la distancia, a través de sofisticadas miras telescópicas de los avanzados rifles con los que los va matar, esa supuesta máxima fiereza solo les alcanza para amenazar ante unos seres interesados en desaparecerlos o expulsarlos de sus nichos ecológicos, justificados con la obsesión de tener que ocupar territorios, para expandir su influencia, los cuales tenían los animales demarcados desde cuando les fueron asignados por una inocente madre naturaleza que a la par es la culpable por abortar sobre el planeta aquel engendro de ser.
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