NO HAY VUELTA ATRÁS
Como seres patológicamente quejumbrosos estamos prefiriendo mil veces lamentarnos que tener que decidir cambiar, a los dirigentes y a nuestro comportamiento, lo que aceleradamente nos están conduciendo hacia el borde de un abismo emocional sin refuerzo existencial, porque lo que ha de suceder no se puede reponer si nos toca retroceder.
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