EL POR QUÉ DE LA VIOLENCIA Y NO DEL USO
DE LA INTELIGENCIA
¿Por qué personas que
han escogido la violencia, hasta el extremo de terminar usando armas, creando bandas
y clanes antisociales o postulando y ejecutando acciones violentas, confluyen
siendo aceptados, definitivos, determinados o escogidos por parte de las
sociedades humanas como ejemplos de antagonismos válidos para enfrentar los
sistemas económicos injustos y a la política corrupta, siendo hoy unas maneras
y formas razonables, normalizadas y usuales para ejercer un tipo de poder social,
ya sea en la inequitativa Colombia o en el resto del mundo?
Con este
cuestionamiento lo que pretendo demostrar es que son el hastío, el cansancio y
la ansiedad de los seres humanos, ante unos hechos que descomponen las
realidades en desesperanzas generales yendo en contra de las vidas cotidianas sobre
la mayoría de los miembros sociales, las que están permitiendo y avalando,
desde hace tiempo, este tipo de comportamientos y reacciones comunales, ejercidas
cotidianamente, aceptándolas como si fuera algo connatural, por intermedio de
individuos o grupos dispuestos a romper el tejido social, en vez de restaurarlo,
confrontando a los corruptos de manera intelectual, generando con esta errada disposición
unos escenarios descompuestos, irregulares incluso distópicos, en donde la
violencia, la mentira, el engaño y el uso del terror se han transformado hasta
convertirse en instrumentos o herramientas que muchos terminan justificando sin
darle cabida a los respectivos análisis estructurados con la razón, siempre requeridos
para evitar que sean éstos los caminos ideales para transitar, aunque la
historia de la humanidad tenga registrados ejemplos de grupos y personajes que
han podido demostrar que existen otras alternativas sin haber tenido la
necesidad de utilizar la violencia, entre los que podemos mencionar a Gandhi,
John Lennon, Martin Luther King a nivel individual, o a algunos organismos
investigativos que han trabajado en favor de la paz mundial, como los centros
de investigación de Oslo y Estocolmo, además del movimiento pacifista que se
creó después de la segunda guerra mundial en favor del desarme nuclear, que desgraciadamente
han terminado en el ostracismo o en la indiferencia general, porque igual está
demostrado que la especie humana prefiere el amarillismo noticioso, la sorna y
la burla personal, el cinismo, el arribismo y la insidia social entre las
acciones que más llaman la atención.
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