DESENMARAÑANDO LOS MENSAJES ATRAPADOS
Los libros cerrados son reliquias
parecidas a osarios, con la diferencia que, al mantenerse arrumados
en medio de los oscuros y fríos
anaqueles de bibliotecas privadas y escondidas, se transforman
en unas urnas empolvadas guardando
mensajes encriptados, los cuales originariamente sus autores
quisieron lanzar al espacio
para que fuera el viento despacio quien los llevara hacia los recónditos
rincones de un mundo
imaginario, buscando afanosamente sus concisos, precisos y exactos objetivos.
Mis modestos escritos son diferentes, no están concentrados en libros, aunque lo quisiera, pues una
vez que los he consignado en la página en blanco del sistema informático Word, a través de mi viejo
computador Dell, de
inmediato los lanzo a las redes sociales, donde quedan atrapados entre las
telarañas que muy pocos llegan
a notar, sin que me afecte el poco efecto y la poca fe que producen,
ya que su objetivo específico
se ha cumplido al salir a rodar y volar como mensajes concretos, siendo
éstos, elementos similares a
estructuras de acero, vidrio y cemento, ubicados debajo de las cornisas de
un universo, dónde
simplemente se quedan flotando como cenizas contra el viento de la
desinformación,
y de una ignorancia supina
que los mira con el celo de un recelo incivilizatorio y enfermizo.
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