PAGANDO
EL PATO POR UN HUEVO
Cuando descubrió el pequeño huevo sobre su cama, en lo
único que pensó fue en quien había podido ser tan descuidado para haberlo dejado
allí.
Luego sin ningún tipo de prevención ni reparo, lo cogió
entre sus dedos y lo levantó mirándolo a trasluz, acción por la que sintió una
especie de energía o corrientazo, pero que después se convirtió en un choque
violento, tanto, que salió expelido contra la pared del cuarto mientras físicamente
desaparecía, en la que el huevo termino rebotando contra el suelo sin
reventarse.
Rato después de estos sucesos, cuando todo el mundo daba
por desaparecido a Juan, pues no lo habían vuelto a ver, se descubrió en la habitación
el extraño huevo, además de la ropa sucia que usaba éste el día que desapareció.
Intrigados, y a la vez sin respuestas cuerdas a lo que había
pasado, terminaron ignorando y olvidándose del asunto. Simplemente recogieron
la ropa, la lavaron y la guardaron en el closet, y al huevo lo pusieron en el
refrigerador junto a los demás.
Aquel día, y los posteriores, nadie se refirió a los hechos
sucedidos, se consideró la desaparición de Juan como un motivo personal de no
querer dejarse ver.
Más, sin embargo, las razones cambiaron luego, cuando al
otro día, la muchacha encargada del servicio de la casa, preparando el
desayuno, cogió el huevo que habían encontrado en la pieza de Juan, como si
fuera un huevo normal, y al reventarlo contra la cacerola para abrirlo sobre el
fondo de ésta, en la yema apareció la cara de Juan cuando este era un bebito.
La impresión que esto le provocó a la pobre muchacha fue
tan violenta que pegó un grito aterrador y luego se desmayó. Cuando las demás personas
de la casa aparecían, para saber que sucedía, corrían con la misma suerte.
Por eso, cuando los ánimos se apaciguaron y las personas
recuperaron su tranquilidad y sus fuerzas, el análisis de la situación pudo ser
más claro, según el experto al que llamaron.
Este explico la situación de esta manera:
“La muchacha al abrir el huevo, cortó de un solo golpe lo
que parecía iba a ser el nuevo nacimiento del hibrido de Juan, esta vez como
hombre-pollo o algo parecido”.
Entonces la desilusión y el dolor los embargo de nuevo, ya
que al no comprender que pasaba, pues al ver el rostro de Juan en aquella yema,
les daba para pensar en cualquier cosa.
Aunque al final, la única que pagó los platos rotos en esta
extraña situación fue la pobre y boba muchacha, quien terminó siendo despedida,
incluso sin el pago de sus prestaciones sociales, pues al fin de cuentas había sido
ella quien había roto el huevo, dando al traste, al reventar aquel raro huevo,
con lo que nadie sabía iba a pasar de nuevo con Juan.
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